Quien haya cogido en brazos a un bebé habrá notado que los latidos de su corazón suenan como una locomotora. Y es que el corazón de un bebé late mucho más rápido que el de una persona adulta.
La frecuencia cardíaca de un recién nacido suele ser del doble a la de un adulto, reduciéndose poco a poco con el tiempo.
El corazón de los más pequeños late con mayor frecuencia porque está inmaduro, sus células son de menor tamaño y no están organizadas como las del adulto, lo que la capacidad de contracción del corazón es menor. A pesar de tener menos capacidad de contracción, las necesidades de oxígeno son mayores que las de los adultos. De esta forma aumenta la sensibilidad a la noradrenalina, que entre otras cosas provoca un incremento de la frecuencia cardíaca.
Si vas a coger a un bebé por primera vez y notas sus rápidas pulsaciones no te asustes, es algo normal.
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